lunes, 20 de diciembre de 2010

Cambio de aceite para la Comunicación Interna

En busca de metáforas estratégicas para la organización

En un principio, la comparación de la comunicación con un lubricante puede abrir alternativas de gestión, pero con el tiempo deja en evidencia que es una metáfora limitada -y limitante- que no permite acciones comunicativas profundas. La figura del aceite permite imaginar una interacción entre los integrantes de la organización más “lubricada” o con menos “fricciones”, pero no da a lugar a otras funciones vitales necesarias en el ámbito laboral como la de escuchar, interpretar necesidades, o ayudar a que los “engranajes” se superen y den lo mejor de sí. Un lubricante no puede escuchar a los distintos componentes del motor, diagnosticar sobre su estado ni planificar mejoras para ellos. No puede adaptarse a situaciones cambiantes, “llevar más de esto y menos de aquello”, según la demanda del momento. En la práctica hemos visto avanzar positivamente esta metáfora, pero sólo hasta un punto, a partir del cual comienzan a generarse problemas. Aparecen “limaduras” que traban el sistema (conflictos), se generan “ruidos” (malentendidos), comienzan a “desgastarse los engranajes” (desmotivación), se “fuerza el motor” (problemas de estrés laboral) y se “consume más combustible” (bajas importantes en la productividad). Todos estos son efectos indeseados que pueden apuntalarse en metáforas “inocentes” como la citada.

A pesar de buscar el desarrollo profesional de su comunicación interna, muchas organizaciones aún toman estos temas superficialmente, acaso creyendo que las comparaciones y metáforas son poco relevantes. Sin embargo los comunicadores profesionales saben que no es así. Con solo reparar en la importancia del “tropo” en el lenguaje, arriban a la fuerte influencia que tienen las metáforas en la evolución organizacional. En numerosas experiencias de campo hemos comprobado que los empleados valoran las figuras retóricas como fuente de inspiración y motivación. Durante seminarios y talleres de comunicación las alegorías, metáforas e historias despiertan mayor interés en los trabajadores que la información llana. Usadas estratégicamente le dan vida a esa información. Es por eso que es muy importante reparar en ellas con especial cuidado.

Un tropo es el reemplazo de una expresión por otra cuyo sentido es figurado.
Comprende la metáfora, la sinécdoque y la metonimia en todas sus variedades.

Cuando las organizaciones modernas quieren transmitir objetivos, planes y metas a sus integrantes suelen apelar naturalmente al uso de metáforas. De manera espontánea -y acaso sin saberlo- buscan figuras retóricas que les permitan complementar sus conceptos clave con imágenes persuasivas que inspiren a los empleados. Cuando dicha búsqueda no es meditada, las organizaciones corren riesgos como el citado más arriba. Pero en cambio, si trabajan detenidamente en la construcción de esas figuras, pueden potenciar sus resultados. La diferencia entre una metáfora estratégica y una no estratégica es vital, puesto que en ambos casos se genera un grado de adhesión a los mensajes por parte de los trabajadores. Se sabe que las figuras retóricas provocan ese efecto en las audiencias. Tienen ese poder, incluso en la comunicación interna. Para bien o para mal.

La aplicación de estos “tropos” a la información que necesita transmitir la organización hace que los empleados se inspiren (ins-pirar: quemarse por dentro) y se motiven (motivus: movimiento). Las teorías simbólicas de la comunicación apoyan estas posturas. Los trabajadores se comprometen y accionan alineadamente con los símbolos que reciben a través de estas figuras. Como vimos, el tropo es el reemplazo de una expresión por otra cuyo sentido es figurado. En retórica su uso es clave como ornamento (ornatus) en los mensajes, porque juega un papel fundamental en la elocución (elocutio).1

Dicha elocución es parte primordial de una estrategia de comunicación interna, ya que es la que le da forma final a los mensajes. Tal como expresa el Modelo 3E (del Sistema de Comunicación 1A®) la elocutio representa al menos un tercio en la planificación estratégica. Según este modelo, una estrategia de comunicación interna puede resumirse en tres preguntas: Qué Hacer (objetivos organizacionales) Qué Decir (conceptos centrales a transmitir) y Cómo Decir (modo en que se transmiten esos conceptos).2 La elocución y sus figuras retóricas se encuentran potencialmente en esta tercera pregunta, cuya respuesta es, nada más ni nada menos, que la manera en que la organización se comunica con sus integrantes.

Manuel Tessi

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1 La retórica clásica constaba de un tratado llamado De tropis donde se estudiaba el uso de las palabras en un sentido distinto del habitual. El número y la identidad de los tropos ha variado a lo largo de la historia de la retórica; entre los contemplados más habitualmente están la metáfora, la alegoría, la hipérbole, la metonimia, la sinécdoque, la antonomasia, el énfasis, la ironía, etc.

2 Las tres preguntas originales del Modelo 3E luego derivan en siete. De la tercera pregunta “Cómo Decir” se desprenden otras cuatro: Dónde, Cuándo, Quién y A quiénes.