martes, 2 de septiembre de 2008

Diálogo: acuerdo, y suposición

Una distinción fundamental entre psicología y comunicación, es el espacio que ocupa cada una. Cada sujeto es su propia psicología, su propia experiencia su propio espacio. En cambio, la comunicación es el espacio compartido, un nuevo mundo que se recrea de común acuerdo entre los sujetos.

Al establecer comunicación en el contexto comunitario, los sujetos ponen su psicología en dependencia mutua del el otro y del contexto. Hablando de comunicación y no de funciones ético-morales es importante delimitar este texto a la transparencia en la interacción de los participantes. Si existe transparencia, podemos hablar de comunicación en un espacio legítimamente compartido donde el acuerdo, se establece necesariamente por medio de diálogo. Aun en estas condiciones se enmarañan elementos propios que dificultan el acuerdo, por lo que se requiere aplicar una mayor voluntad al diálogo.

Muchos problemas de comunicación se producen por dar carácter de obviedad a lo no acordado. Suponer o creer lo que otros están pensando, sin considerar el acuerdo, es un acto imaginativo que no excede de la subjetividad, un ejercicio estéril, en el plano de la comunicación. La suposición llevada al dar por hecho, crea incertidumbre. Es fundamental preguntar. Recuerdo una conversación con un grupo de estudiantes que recibieron una visita de alumnos extranjeros. Estaban sorprendidos por la cantidad y calidad de preguntas que estos últimos hacían durante las clases; contenidos que los coterráneos habían estimado obvios, habrían nuevas dimensiones, aportando conocimiento práctico.

La comunicación es experiencia comunitaria entre participantes. Desde el constructivismo: la lógica inter-subjetiva, descrita por Berger y Luckmann en el proceso de socialización humana.
El acuerdo adquiere una dimensión importante en la lógica comunitaria, como una manera de discutir los parámetros validos de acción previamente dialogados y posteriormente ejercidos en el espacio común. Según el primer axioma de Watzlawick: “La imposibilidad de no comunicar”, todo comunica, si no encausamos la comunicación deliberadamente , actúa espontáneamente bajo los parámetros de nadie, limitando el trabajo en equipo a una aglomeración de psicologías que divergen a resultados disímiles y por lo tanto entrópicos en el intento de conseguir un mismo fin. Somos diferentes por naturaleza, nuestras divergencias psicológicas necesitan un punto de encuentro, que se produce voluntariamente a través de diálogo.

La suposición proviene de nuestra estructura divergente, por lo cual es importante evitar darlas por hecho y explicitar en el diálogo, para promover una comunicación sana. Cuando en nuestro imaginario y en la interacción con los otros la función de la taza de café, es ocupada por asuntos complejos como decisiones, medidas estratégicas, la familia , la amistad, el amor, los gobiernos, los sistemas de creencias; se mezcla el desempeño de lo psicológico y lo comunicativo en las abstracciones inter.-subjetivas, la complejidad aumenta, las diferencias se pronuncian y se hacen sutiles. Las relaciones establecidas adquieren un carácter controvertido, hasta que el encuentro con el diálogo es posible un acuerdo. En este conviven la disposición, el enfrentar y la empatía, en relación con la psicología del otro, en un espacio común que requiere voluntad. El diálogo nos reúne psicológicamente, recrea y revisa las visiones subjetivas, de manera vívida, comunitaria, realista frente a los objetivos. Es capaz de actuar de común acuerdo.

La reunión de todos estos componentes y muchos otros , constituyen capas de sentido necesarias de ser expuestas en la comunicación, pero que muchas veces dada la premura cotidiana, son omitidas, consideradas obviedades y generan conflictos en la comunicación.

La Psicología, como enunciación básica, es el estudio científico de la conducta y la experiencia. La comunicación comprende interacción entre experiencias de dos o más sujetos. Psicología esta en el sujeto y la comunicación entre los sujetos. Parte del comunicarse es aceptar que existen significados diferentes en la construcción necesaria de mundos comunes. Comprenderlo, resulta en la práctica solo un acercamiento y no un fin resuelto. La comunicación es participación cooperativa, no es aislada del contexto de un sujeto ni de otro, sino del sentido construido entre subjetividades, desde el escenario comunitario, proveniente de una lógica interactiva, del acuerdo en la voluntad de vencer obstáculos e interpelar interrogantes. La comunicación, más allá de rutina psicológica subjetiva, palpita en la experiencia vívida “entre” los seres humanos.


Ángeles Estévez

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