viernes, 10 de octubre de 2008

De las diferencias entre Psicología y Comunicación

Una de la múltiples significaciones de la palabra comunicación, hace referencia a la interacción con el otro. Estamos hablando básicamente del sentido de la comunicación entre personas, comprendida como “acción comunicativa” según lo describiera Jünger Habermas y no de la acepción de la palabra comunicación empleada para medios, redes o aparatos telefónicos.

Cuando hablamos de este tipo de comunicación, comunicación humana, tendemos a confundirla con psicología. Si bien en la práctica están complejamente enlazadas, no son lo mismo.

Al comentar diferencias entre comunicación y psicología, es necesario delimitar que este texto no se refiere a comprender el estudio de la psicología ni la teoría de la comunicación desde un punto de vista epistemológico, una discusión intelectual de esta naturaleza nos conduciría a infinitos puntos de vista. No es su objetivo especular diferencias entre psicología y comunicación como aparatos teóricos pasivos, sino compartir una pequeña experiencia sensible que permita distinguir cuándo estamos operando desde nuestra psicología, o cuándo estamos comunicándonos con otro. Nos aproximaremos imaginariamente hacia pruebas prácticas que permitan reconocer sus diferencias, generar distinciones para comprender cómo actúan cotidianamente y aumentar nuestro potencial de desarrollo.

El sub-mundo de una taza de café:

En la oficina, nos han regalado una taza, una taza vacía para: “tomar café” ¿Porqué tendría que ser de café? ¿Cómo podríamos aseverar que es de café? Podría también ser de té, para beber agua o cualquier otro líquido contenido en ella. Tu ves la taza de una manera, yo veo la taza de un modo similar, pero para asombro de unos y desconcierto de otros nunca estamos viendo lo mismo.

Al creer que estamos viendo lo mismo reducimos la realidad, lo obvio no es tan indiscutible. El objeto denotado verbalmente como taza, al entrar en la práctica ocupa un espacio en el campo de lo relativo. Al darle uso es simplemente una taza, puede serlo de café, para uno pero no serlo para otro, adquiere connotaciones diferentes, dimensiones subjetivas en la interpretación de cada uno de nosotros. Cuando llevamos nuestras suposiciones al extremo de dar por hecho facilitamos que la comunicación se entorpezca.

¿Qué uso le das a tu taza?

A mi no me gusta beber nada, prefiero ocuparla para portar clips y aplastar los papeles, para Luis, esta taza no tiene sentido, el café sale desde la máquina con un vaso desechable incorporado, la considera inútil, “un objeto alejado de la actualidad”. Una chicas más allá dejan sus tazas juntas y las ocupan indistintamente, Alberto en cambio no comparte su taza porque no acepta que tenga las salivas de otros, incluso le escribió su nombre. Para María la taza es muy importante ella nunca se acostumbro al plástico, no disfruta el café en vaso y lo echa en la taza. Diferentes formas de interpretar la taza, infinitas posibilidades ¿Vale la pena objetivarlo?... ¿y qué hay de psicología y qué hay de comunicación?

En la práctica, el resultado de la propia psicología, las experiencias, la personalidad, arrojan la función subjetiva que le damos a la taza , ya sea beber otra cosa, usarla para contener los clips, evitar que otro la use, compartirla, imaginar que escribo con la taza... lo comento porque la taza no sirve para escribir... pero, qué pasa si escribo con la taza cargándola sobre arena mojada junto al mar? Imaginariamente adquiere funcionalidad en otro espacio dependiente de mi experiencia psicológica y en el espacio comunicativo nadie se entera.

¿Es de “toda lógica” que la taza sea una taza de café?

El sub-mundo contenido en una taza de café, simboliza muchísimos ejemplos que no se encuentran alejados de lo que ocurre cotidianamente en la oficina. En nuestro imaginario, en nuestra propia psicología. Hechos como este, ocurren todos los días y no siempre son expuestos en el plano de la comunicación. Es cómodo visualizar este ejemplo, dado que el objeto en cuestión es material: una taza, haciendo simple de comprender las diferencias, entre el plano de la mente y el plano comunicativo. Sin embargo cuando atendemos casos con componentes emocionales, particularidades culturales, diferencias ideológicas o simplemente al ponernos de acuerdo en el modo de llevar a cabo una estrategia, aumenta el nivel de abstracción, la capacidad de visualizar se hace compleja, el nivel del entendimiento necesita potenciar la capacidad de explicitar sin suponer, sin dar por hecho los supuestos básicos, llevándolos al plano comunicativo por sobre las interpretaciones particulares. Es necesario conjugar mi percepción y la del otro, considerar que desconocemos el mundo del imaginario legítimo del otro como componente de su plano psicológico, el cual es solo supuesto, hasta que se hace presente en el acuerdo, el diálogo o la comunicación.

Ángeles Estévez

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