martes, 18 de agosto de 2009

Uno más uno, cien

En un paradigma donde las empresas acceden con mayor facilidad a créditos, maquinarias y tecnología, se hace necesario reparar en el factor humano como clave de diferenciación. Una mirada superficial podría hacernos suponer que, así como la incorporación de máquinas puede acrecentar la producción, en la misma proporción podría hacerlo el aumento de trabajadores. Pero sabemos que estos cálculos no funcionan con seres humanos. Mientras las ciencias exactas comprueban científicamente por repetición, las ramas sociales demuestran su valor científico por sucesión. La ley de la gravedad, por ejemplo, puede comprobarse al dejar caer un objeto repetidamente. Pero no sucede lo mismo en ciencias humanas, porque el ente en estudio no es un objeto sino un sujeto, que aprende con la repetición, modificando su comportamiento en cada suceso.

He aquí la primera alerta: “el resultado de una suma puede no ser siempre el mismo”. El valor individual de cada persona -a diferencia de las máquinas o la tecnología- puede incrementarse con el tiempo. A partir de cada experiencia laboral, los seres humanos tenemos la oportunidad de aprender y superarnos, de evolucionar a tal punto que mañana, ni el trabajo ni nosotros, volvamos a ser los mismos.

La segunda alerta ya no es individual, sino colectiva, y juega un rol preponderante la comunicación. Existen muchos ejemplos en los que almas humanas trabajando juntas, han superado desafíos “matemáticamente” imposibles. Desde Elton Mayo a esta parte, los estudios sobre trabajadores demuestran que la capacidad de producción de un grupo no puede -ni debe- ser comparado al de una máquina. Un pequeño equipo puede producir uno, diez, veinte o cien, dependiendo del sentido que tenga para ellos su trabajo. Ese sentido -significado- es el contenido mismo de la comunicación interna.

¿Cómo es entonces la comunicación de un equipo que produce cien? Tomemos como ejemplo a dos personas. Si entre ellos hay una comunicación respetuosa y ambos hacen su trabajo individualmente, sin molestarse, uno más uno será igual a dos. Si hay desconfianza, habrá una comunicación defensiva, mails “con copia al jefe”, intercambios cada vez más tensos, calentando el clima y enfriando la motivación. Esa mala comunicación dará resultados negativos: cero, menos dos, menos diez. Pero cuando la comunicación fluye, aumenta la confianza, la cooperación y la creatividad. Afirma Stephen Covey que hay una relación directa entre comunicación y sinergia. Es en esos casos en los que puede darse que, uno mas uno, sea igual a cien.









Por Manuel Tessi
Artículo publicado en el Newsletter Digital RedINSIDE Nº 34 - Mayo de 2008 Publicación de la Consultora Argentina INSIDE Comunicación Interna Estratégica.

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